Los colores siempre han regido la preferencia primordial entre los seres humanos. Por naturaleza humana, un ser siempre procede a conocer sobre su alrededor inmediato le plazca o no. Cuando es testigo de un nuevo objeto emprende a registrarlo y asimilar todos los aspectos de su perfil en la base de datos de su cerebro. Sin embargo, no está desprendido de la opción de malinterpretar la evidencia prestada por sus percepciones sensoriales ya sea intencionalmente o involuntariamente. En una nota más personal, desde pequeño siempre fui intrigado por el rango de colores. Entre ellos sobresalía el rojo, ese rojo tan vívido que lo caracterizaba con la energía y la vitalidad, sobre los demás. Aprendí a distinguir sus diferentes tonalidades y presentaciones en los medios, lo distinguía a primera vista en trabajos de arte y otros objetos por este valor que retenía en lo profundo de mi mente. Instancias donde se me presentaba una elección de preferencia yo escogía el más cercano al rojo independientemente de sus otras cualidades como el "Power Ranger" de este color, los "Power Rangers" tuvieron un vínculo muy fuerte con mi infancia. Llegué a un punto de mi vida donde me pregunté: ¿cómo surgieron las etiquetas de los colores? Comencé a dudar la existencia absoluta del prisma de colores y perdí noción de mi interés en el rojo, sutilmente.
La clase del lunes presentamos, como acordado, la descripción de un animal para poner a los compañeros en la perspectiva del animal. Teníamos que adivinarlo con las pistas brindadas por sus diferentes sensaciones. Este tema se me figura al de los que se manifiestan de por vida. No es la primera vez que surge ya que para no malinterpretar la observación o el análisis de uno se tienen que intercambiar perspectivas con otros testigos. Observamos como diferenciaban los resultados de nuestra interpretación del contenido de los líquidos en la prueba del compañero Alejandro Hovelman. Todos presenciamos aparentemente lo mismo, lo que fluye en la percepción es la sensibilidad de los sensores. El miércoles retomamos el tema de la focalización al contestar una actividad durante el transcurso de la sesión. Trataba sobre la distinción de colores y la variación de su impresión en las personas. Yo creo que los colores no tienen valor, representan el lado de la moneda subjetivo. No hay manera de respaldar la caracterización del color de uno, es relativo. Puede que haya sido instruido toda su vida sobre el color blanco, pero el consenso social dicta que es negro. He aquí se presenta el argumento falso de la autoridad, por mayoría se rige la etiqueta del color: negro. Cerrando la semana, el viernes la profesora acudió a la práctica de nuestras experiencias, de la semana. Nos presentó un conjunto de objetos para la observación ocular y su catalogación en nuestra opinión. No se nos dio oportunidad de utilizar nuestros otros cuatro sentidos así que me abstuve de recurrir a ellos. Al exponer nuestro registro sobre el estímulo que nos prestó percepciones, el búho y la cortina y el traste; la profesora hizo nota de nuestros diferentes métodos de registrar lo interpretado. Unos justificaron su interpretación con texto, otro con dibujo, otro estructuradamente y yo en particular hice uso de la descripción de la situación del espacio del objeto, el búho. Una vez más trascienden los diferentes puntos de vista. ...destello del amanecer.
sábado, 20 de octubre de 2007
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