Hace muchos años, un lunes, Platanito fue a una clase sobre cómo ser un buen catador de vinos, el cual terminaría siendo su trabajo secreto en varios años. Al entrar, después de una buena clase de probar diversos vinos, se dispuso a salir, y vio un letrero en la puerta, por adentro, el cual decía algo parecido a "Por favor termine su vino antes de salir. Gracias.", con la imagen de una copa y la frase "Reto Vinos". Saliendo de la clase, un tiempo después, un compañero le preguntó que cómo era el letrero. Platanito respondió lo que creía que había percibido, más su compañero le dijo que no, que lo que en realidad el letrero decía era diferente a como lo recordaba! Decía que tenía un fondo rojo, no blanco (el cual siempre había ignorado, al ser un elemento que realmente no importaba mucho al mensaje), y decía algo parecido a "Por favor tire su vino antes de salir. Gracias.", y con una imagen de la Tierra con un árbol creciéndole. Esto se le hizo muy raro al perro-búho, quien (según él) gozaba de una percepción normal, y pensó que el problema era por su falta de memoria (o la de su compañero), y no por alguna anormalidad en su percepción. Sin embargo, por alguna razón estaba seguro que el letrero sí tenía un fondo blanco, no rojo; ahí la memoria no podía fallarle.
El miércoles Platanito fue otra vez a su clase de catador de vinos. En esta clase, le hicieron a él y a sus compañeros algo llamado "Reto Vinos", para probar su percepción del sentido del gusto, importantísimo para ser un buen catador de vinos. Le dieron a él y a sus compañeros dos copas, y le dijeron que cada vino, aunque parecían iguales, eran en realidad diferentes, y tenían que escribir su percepción del sabor de cada uno. Esto a Platanito se le hizo un poco difícil, ya que a ser verdad, sólo llevaba unas semanas yendo a esta clase. Unos de sus compañeros, ya más experimentados en el arte de los vinos, querían expresar exactamente qué vino era, pero la maestra les dijo que el punto de la actividad era describir su percepción, no identificar cuál es. La maestra ahora les dió tres copas, diciéndoles que debían de identificar, entre las 3 copas, cuál era el vino diferente. Platanito lo distinguió con cierta facilidad, más pensó que si no le hubieran dicho que había una diferencia, no la hubiera notado. Pensó que es más fácil saber identificar si sabes lo que te espera.
El viernes Platanito se dispuso a leer el periódico, y en él vió una nota sobre su clase; específicamente sobre la clase del miércoles, del Reto Vinos. Notó que pusieron como una de las imágenes el letrero que había notado el lunes. Se dió cuenta, sin embargo, que en lo que pensó que no se podía haber equivocado (el color del fondo del letrero), sí lo había percibido de otra manera! Ahora vio bien el rojo, que le resaltó probablemente debido a que es un color llamativo. Sin embargo, no sólo su percepción era limitada, se dió cuenta, sino también la de su compañero; el letrero claramente mencionaba que se terminara el vino, y no que se tirara. Se dió cuenta que incluso el periodista quien escribió la noticia tenía una diferente percepción, ya que se fijó más en el aspecto del salón y de los escritorios que en el letrero en sí. Notó que los actores de conocimiento (él, su compañero, el periodista) tienen una percepción diferente, y al ignorar ciertas cosas (como él ignoró el color del fondo del letrero, su compañero el mensaje, y el periodista el letrero completo), resulta ser un relato parcial, y no completamente imparcial, como se supone que es una noticia formal.
Platanito así concluyó su primera semana de la escuela de catadores de vinos, dándose cuenta que la percepción, del gusto o de cualquier otra, puede variar entre personas.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario